Es de noche y no puedo dormir. La cabeza intenta procesar todo lo que ha pasado las ultimas semanas y no lo logra…. el cuerpo quiere saltar de la cama y comenzar a hacer todo lo que está pendiente.
No ha habido tiempo para reflexionar y eso me está pasando la cuenta. Me parece que el año hubiera comenzado hace 8 meses y no hace menos de 8 semanas. Si bien sentí como la energía se puso menos densa, y créanme que lo agradecí, imaginé que eso traería un descanso.
Pero no. Lo que trajo fue que todo lo que estaba trabado, se destrabó. Imagínate que tienes una impresora en línea y de pronto comienza a imprimir todas las impresiones pendientes…. desde junio del año pasado. Todo, todo, y no puedes hacer que se detenga. Todo lo que sembré, lo que dejé pendiente, lo que puse debajo de la alfombra…. todo sale disparado y se pone en movimiento.
La palabra clave para mí, es soltar. He tenido que soltar en todos y cada uno de los ámbitos de la vida. Soltar hijos, soltar trabajos, soltar relaciones, soltar penas…. sobre todo soltar miedos. Siempre está sin duda la opción de no soltar nada, pero estoy tan cansada de tirar que siento que si no lo hago, me caigo.
Soltar, no es solo dejar ir a personas, situaciones, es soltar la rabia, soltar el rencor, soltar la duda, soltar el miedo, soltar la culpa. Eso es lo que más pesa. No son las obligaciones, ni las cargas de la vida que nos hemos impuesto sobre los hombros. Es cargar con todas esas emociones que me limitan y me anclan al pasado.
Al soltar, queda un espacio para crecer, un espacio para explorar nuevas posibilidades. Soltar siempre es una opción, pero en la medida que los astros se alinean para una nueva era, los lastres se vuelven aún más invivibles y en algún momento nos harán caer de rodillas para rendirnos definitivamente ante la inmensidad de la vida.