Encontrar La Paz, cuando lo que hay afuera es caos, es probablemente una tarea imposible. Las tareas sin hacer, las cuentas sin pagar, las obligaciones agobiantes y las relaciones poco amigables, y tratar de encontrar La Paz, en esas circunstancias, parece una broma de mal gusto.
Probablemente si miramos el caos, a lo que podemos aspirar es a no matar a nadie o no tener un colapso nervioso.
Efectivamente, y sé por experiencia, que mientras intentemos tratar de calmarnos a pesar de lo que está afuera, no lo lograremos. Para poder encontrar ese centro debemos por sobre todo encontrar la manera de dejar de observar lo que hay y volver los ojos hacia adentro.
En medio de cada “cosa” que sucede afuera, hay un silencio, como en la música. Entre cada palabra, cada acción, cada momento hay algo que está en la base, es silencio. El ruido de las palabras, de los movimientos, de las carreras, no nos permiten encontrar lo único que hay debajo de todo. La Paz está ahí, no hay que encontrarla, solo hay que permitirla. Ese es nuestro único trabajo, todo lo demás es ruido que nos distrae de lo que realmente somos.
Encontrar La Paz en estos días, es dejar de luchar, es rendición. Para encontrar Paz debemos dejar de correr, dejar de hablar, dejar de hacer y simplemente respirar, encontrar eso que nunca ha dejado de estar ahí. Ese es nuestro único trabajo, porque si lo logramos, todo lo demás se calma y vuelve a centrarse para fluir como notas musicales en armonía que puede ser disfrutada. Deja de ser ruido, deja de ser caos y adquiere forma.