Nos cuesta enormemente identificar cuál es nuestra función. No saben cuántas veces he escuchado la pregunta ¿cómo puedo saber cuál es mi propósito? Cuando buscamos nuestro propósito, tendemos a pensar en algo grande, algo como una fundación, el trabajo de voluntariado, hacer algo que cambie la vida de las personas....
Y Un Curso de Milagros nos dice que el propósito o función de cada persona no es más que uno: ser feliz. Esto a la mayor parte de las personas les provoca escepticismo. ¿No es que tengo que ser buena persona? ¿No será que primero tengo que ascender? ¿No es que deba ser perfecto/a?
Un Curso de Milagros en este sentido es tajante.
Seguramente habrás notado que en nuestras lecciones más recientes hemos hecho hincapié en la conexión que existe entre desempeñar tu función y alcanzar la felicidad. 2Esto ha sido así porque realmente tú no ves la conexión. 3Sin embargo, se trata de algo más que una simple conexión: son una misma cosa. 4La manera en que cada una se manifiesta es distinta, pero el contenido es exactamente el mismo...
Lección 66, Libro de Ejercicios de UCDM.
¿Porqué nos complica tanto a algunos esto? Pues porque el ego, que por definición nos hace creer que estamos separados unos de otros, que debemos defendernos, que nos hace creer que somos limitados y carentes, ese mismo ego nos hace creer que la vida debe ser una gran odisea en búsqueda de alcanzar un estado al que nunca vamos a llegar. Si nos mantiene corriendo toda nuestra vida detrás de la perfección, la iluminación, detrás de alcanzar el perdón de Dios o ser merecedores de ser amados por nuestras acciones, entonces jamás nos detendremos a contemplar una flor, a respirar profundo, a disfrutar de un día de primavera o las travesuras del gato.
Si acaso lo hacemos entonces el ego nos convence de que ese es solo un instante de calma para seguir corriendo detrás de un premio que nunca va a llegar, porque jamás nos dejará creer que hemos logrado nuestro propósito, después de todo siempre habrá alguien mejor que nosotros.
La felicidad, es algo que solo se alcanza en un estado de presencia. Ese instante donde nos sentimos plenos, completos, llenos de vida y agradecimiento. No es un paréntesis que podemos alcanzar antes de seguir corriendo hacia el futuro. La Felicidad es la vida misma, no el premio detrás del cuál vamos cada día. La vida misma es presencia, es mirar alrededor y contemplar con el corazón tranquilo, cómo todo ahora es perfecto.
Mientras escribo esto, miro alrededor y veo a mis perros durmiendo plácidamente, los sonidos del amanecer, mi gato ronroneando. Tomo un sorbo de café recién preparado y entiendo que estoy realmente en este instante viviendo el propósito que me propuse ahora, y que me hace profundamente feliz.